En estos días que la clase política se ha convertido en adjudicadora de bienes públicos dentro de la subasta global organizada por el capital voraz, está la opción de los mercados locales.
Se trata de un esfuerzo de acercamiento entre productores y consumidores, de un intento de proximidad, en el cual quienes consumimos tenemos mucho de aprender de pequeños productores que han hecho posible la vida y la soberanía alimentaria de localidades enteras. Cabe reflexionar cuántos kilómetros tuvieron que recorrer los alimentos que tenemos en el refrigerador y en el frutero.
A continuación una nota del "Mercado El Cien" que opera en la monstruosa y mágica Ciudad de México.
Saludos
Horacio
Mercado el cien: oferta local, orgánica y de comercio justo
Lourdes Rudiño
Publicado: 15/06/2013 14:06
Como resultado de un acuerdo “entre amigos”, hace dos años y medio nació el Mercado El Cien, un tianguis de alimentos orgánicos, locales y de precio justo, que inició con 12 expendios, hoy suma 26 y próximamente llegará a 30.
Esta experiencia, que implica no sólo intercambios comerciales, sino culturales entre productores y consumidores, se desarrolla todos los domingos en la colonia Roma, de forma intercalada: un día en la Plaza Luis Cabrera y otro en la Río de Janeiro, así como, por invitación de la Secretaría de Medio Ambiente, el último sábado de cada mes en Ecoguardas, en la carretera Picacho-Ajusco.
Ana Calderón, coordinadora del Mercado, explica el porqué del nombre: “aquí se venden productos ecológicos cultivados o transformados en un espectro de cien millas a la redonda; son productos locales que no necesitan tanto transporte y requieren menos refrigeración, por lo cual contaminan menos con quema de combustibles”.
Además, precisa, los productos que aquí se expenden –hortalizas, sales minerales con especias, quesos orgánicos, dulces exentos de azúcar, frutas de temporada, pavo orgánico, etcétera- son limpios, pues utilizan agua de riego y no contienen agroquímicos, pesticidas, conservadores ni colorantes artificiales.
Ana comenta que los productores son gente que viene fundamentalmente de las delegaciones Xochimilco y Magdalena Contreras; del estado de México, Morelos, Querétaro y Tlaxcala. Los pequeños empresarios transformadores, que elaboran sus panes, jabones, dulces, sales y demás vienen de las delegaciones Iztapalapa o Cuauhtémoc. Todos ellos atienden a la clientela que ronda en promedio los 30-35 años de edad, gente interesada en saber de dónde proviene la comida que consume y que está interesada también en conocer los insumos utilizados en la preparación de productos elaborados. Así, el Mercado se escucha escandaloso; se escuchan aquí y allá explicaciones y detalles sobre cada producto.
Hay productores que buscan participar en el Mercado El Cien, y por tanto están en “lista de espera”. Ana explica que este tianguis no aspira a crecer mucho, tan sólo a 30 expendedores, y tampoco se pretende establecer competencia entre productores de alimentos similares. Más bien existe el proyecto de crear réplicas de este Mercado en delegaciones como Benito Juárez, Coyoacán y Miguel Hidalgo. “Por lo menos, este año tendremos uno más”.
Precisa que el objetivo de este Mercado es “ayudar a que la gente tenga mejor alimentación, pues ya estamos acostumbrados a comer cualquier cosa, sin saber de dónde viene ni qué contiene. Se trata de reeducarnos con productos limpios sobre todo”.
Los productores del Mercado El Cien deben garantizar que su oferta cumple con los criterios de este tianguis. Por ello, señala Ana, “hemos implementado un sistema de garantía participativa (SGP)”, el cual implica visitas a los lugares de producción y procesamiento de los expendedores del mercado por parte de un comité conformado por un productor, un consumidor y un miembro de la asociación del Mercado. Este comité cuenta con una tabla de criterios para calificar a los productores y sus productos (“que básicamente deben ser sanos, ricos, justos y locales”) y al final genera un sello SGP. Algunos de los productores cuentan con certificaciones de orgánico y comercio justo de agencia, pero la gran mayoría no. El proceso de certificación SGP está en marcha.
En cuanto a los precios, Ana precisa que el Mercado no interviene en su definición; el precio es decisión de cada productor, si bien el Mercado los orienta en el sentido de que debe ser justo tanto para el productor como para el consumidor, que cubra costos y gastos de transporte y procesamiento y que implique una ganancia razonable.
Janitzio Juárez. Vengo de Cuajimalpa de Morelos. Allá producimos hortalizas, acelga, espinaca, rábano, betabel, y algunas hierbas de olor, de uso medicinal; también por temporadas tenemos fruta como ciruela, tejocote y capulín. Todo lo que traigo lo produzco yo, todo es orgánico. Tengo certificación de orgánico, de un sello que generó hace años el Gobierno del Distrito Federal con la empresa certificadora OSIA, pero no he renovado el sello. ¿Cómo comercializo mi producción? Primero con los vecinos; estamos en una hondonada, algunos nos conocen (a mí y a mi esposa) y nos piden que les surtamos algunas verduras, o vamos a tianguis de trueque de la Mixhuca que ahora se lleva a cabo también en otros lados. Los precios los fijamos en función del costo. Nosotros mismos producimos nuestra composta, con el reciclaje de residuos orgánicos que nos dan los vecinos; nos proporcionan el estiércol de sus animales, y podemos tener ahorros. Para traer acá sumamos el costo de la gasolina. Por lo general también vemos la cuestión del mercado, vemos los precios de los mercados de la colonia y tratamos de dar precios similares. La acelga la vendo a 12 pesos el manojo; en mi colonia la damos a ocho pesos. En los mercados acá hemos visto que está a 12, pero he visto en supermercados que la dan a 27 y el manojo es la mitad del nuestro. Me parecen muy caros los precios de los supermercados. Aquí (en el Foro Tianguis Alternativo) tenemos clientes constantes, más que ser proveedores-compradores, hacemos amistad, vamos platicando y compartiendo nuestros saberes; los consumidores tienen mucho que decirnos, hay reciprocidad. La gente valora aquí que nuestra producción es orgánica. Pero en términos generales la sociedad desconoce y le resulta indiferente si su comida es orgánica o convencional. Hace falta promoción de lo orgánico. A la producción de hortalizas de Cuajimalpa le aqueja el avance de la mancha urbana. Antes todo eso era milpa y maguey para pulque, pero como ya no es redituable producir maíz ni pulque, la gente fracciona los terrenos, pues hay demanda creciente de vivienda para la mano de obra que trabaja en el centro de Santa Fe. El urbanismo es como un cáncer que avanza a pasos agigantados.
Tomás Villanueva Buendía. Me conocen como Tomaicito, por la pasión con que cuido las semillas criollas, entre ellas la del maíz. Vemos la milpa como un modo de vida: en la milpa hay hierbas, quelites, quintoniles, habas, frijoles… de tal manera que la milpa es un modo de vida y allí hay una granja donde los animales y el abono que dan están unidos a la cadena de energía de las plantas y la tierra. Yo vengo de Tepetlixpa, que es el último municipio del sureste del Estado de México, es colindante con los altos de Morelos. Allí tenemos fruta en la milpa, porque nuestra zona es de laderas, nuestro hábitat es el clima templado frío a las faldas del Popocatépetl. Un modo de frenar la erosión de la tierra es teniendo magueyes, teniendo frutales en terrazas; los tenemos en los bordos y en el centro están los maíces, y la granja con gallinas es el complemento. El 80 por ciento de lo que traigo aquí al tianguis lo produzco yo (duraznos, manzanitas, peras, zapote blanco, granadas, membrillo, ciruela); sólo el pepino y jitomate lo traigo de grupos amigos que producen en invernadero en Morelos. Los productores de mi zona vendemos en los tianguis del Distrito Federal y los de Morelos (Tepoztlán y Cauatla) y estamos próximos a tener un tianguis en Cuernavaca. Los mercados y tianguis orgánicos significan un reciclamiento de la granja, de la energía, de las cosas; antes no había; hoy día, aparte de los tianguis, se han creado redes responsables de consumo por la vía del internet y también se han creado más localitos por doquier en la Ciudad de México, a los que surtimos. Se han abierto más canales de comercialización, pero para la sociedad en general la agricultura orgánica aún es un concepto nuevo. Hace falta mayor difusión de por qué es importante consumir orgánico, que se refiere a que es producción que no usa insumos de síntesis química. Nosotros en la región y acá le llamamos a nuestra producción “frutas criollas, alimentos naturales, sanos, limpios”. Es un mito que esta producción sea cara. Ocurre que en el mercado convencional los precios fluctúan desde regalado hasta excesivamente caro, y en los tianguis orgánicos tenemos precios justos y estables. Un termómetro para nosotros es cuando se acaba nuestro producto rapidísimo. Es el caso del huevo, que se encareció mucho en el mercado convencional, y nosotros lo hemos mantenido sin cambio en 3.50 pesos la pieza. La manzana la vendo aquí a 30 pesos el kilo, el jitomate a 25, el pepino a 15, el frijol a 40 pesos el kilo, la tortilla a 15 pesos la docena. Son precios de recuperación, no capitalizan el campo. No ganamos. Estamos ganando con cuidar la tierra allá. Estos tianguis son nuestros. Corresponden a una cultura ancestral del México antiguo y por eso volvemos a esta cultura y estamos aquí. Yo pienso que yo ni siquiera tendría por qué venir a la ciudad, ustedes deberían ir allá; el campo está solo, necesitados de gente, gente consciente.
*El Foro Tianguis Alternativo trabaja todos los domingos en Álvaro Obregón No. 185, entre Monterrey y Tonalá, Col. Roma Norte, (parada metrobús Álvaro Obregón, cerca de la glorieta de Insurgentes), con horario de 10:00 a 17:00 horas.
Originalmente publicado en: http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2013/06/15/14621539-mercado-el-cien-oferta-local-organica-y-de-comercio-justo
Fotos tomadas del sitio de Facebook Mercado el 100
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